Por un Trabajo Digno, es un proyecto de la Comisión Ejecutiva Confederal de UGT, iniciado en el año 2006 gracias a la financiación de la Dirección General de Inclusión y Atención Humanitaria, del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones (MISSM), y desde el año 2007 también cofinanciado por el Fondo Social Europeo (FSE), en el marco de los distintos Programas Operativos (“P.O. Lucha contra la discriminación 2007-2013”, “P. O. de Inclusión Social y de la Economía Social 2014-2020” y “Programa de Inclusión Social, Garantía Infantil y Lucha contra la Pobreza 2021-2027 FSE+”). Este proyecto de sensibilización, tiene como objetivo prevenir la discriminación en el acceso y permanencia en el empleo así como promover la igualdad de trato en el ámbito laboral entre las personas nacionales de terceros países y la población autóctona. Entre sus acciones: sensibilizar a la sociedad mediante el Boletín Por un Trabajo Digno; informar a los trabajadores y trabajadoras sobre sus derechos y obligaciones en el ámbito laboral, elaborando y difundiendo material informativo específico; y realizar campañas de sensibilización contra la discriminación y los prejuicios como la campaña #TrabajoLibreDeBulos; dedicando siempre una especial atención a las mujeres trabajadoras extranjeras no comunitarias, así como a las personas de nacionalidad extracomunitaria que se encuentran en situación de riesgo de pobreza o exclusión.

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La OCDE alerta: una de cada cuatro personas ha sufrido discriminación en el mundo

La desigualdad y las percepciones sociales explican las diferencias regionales

Según el informe “Global Experiences of Discrimination”, publicado por el Centro para el Bienestar, la Inclusión, la Sostenibilidad y la Igualdad de Oportunidades (WISE) de la OCDE, casi una de cada cuatro personas en el mundo afirma haber experimentado discriminación en algún momento de su vida.

Las tasas más altas se registran en América del Norte y Oceanía, donde más de la mitad de la población declara haber sufrido algún tipo de discriminación, seguidas por América Latina y el Caribe (31 %) y África y Oriente Medio (26 %). En Europa la cifra es del 23 %, mientras que en Asia alcanza el 20 %.

Sexo y origen étnico, las principales causas

A nivel global, los motivos más frecuentes de discriminación son el sexo y el origen étnico o nacional (ambos con un 10 %), seguidos por la religión (9 %), el color de piel (9 %) y la discapacidad (6 %).

El informe señala que las diferencias regionales están estrechamente relacionadas con los niveles de desigualdad y diversidad social. Las regiones con mayores estándares de vida y mayor diversidad cultural presentan más denuncias de discriminación, lo que la OCDE atribuye a una mayor conciencia social y expectativas más altas de igualdad de trato.

La desigualdad refuerza la discriminación

El análisis estadístico de la OCDE muestra una fuerte correlación entre las tasas de discriminación percibida y los indicadores de desigualdad institucional y socioeconómica, medidos a través del Índice de Instituciones Sociales y Género (SIGI) y el Índice de Gini.

El informe subraya que la discriminación y la desigualdad se retroalimentan mutuamente: las brechas de ingresos, estatus y bienestar pueden aumentar la percepción de discriminación, mientras que la discriminación estructural contribuye a ampliar esas desigualdades.

Mujeres, jóvenes y personas con bajos ingresos, los más afectados

A escala mundial, las mujeres, las personas jóvenes y quienes tienen bajos ingresos son los grupos que declaran haber sufrido más discriminación.

Las mujeres reportan tasas más altas que los hombres en todas las regiones, sobre todo en América del Norte y Oceanía, donde el 37 % de ellas dice haber enfrentado múltiples formas de discriminación.

Por edad, los jóvenes informan más casos de discriminación que los mayores, mientras que entre las personas con discapacidad la discriminación aumenta con la edad.

En términos de ingresos, el fenómeno es más pronunciado entre los grupos con menos recursos, aunque en regiones como Europa y Oceanía también se observa un repunte entre los sectores de mayores ingresos, lo que se asocia con expectativas más elevadas de igualdad y sensibilización frente a la injusticia.

Testimonios que revelan la dimensión humana del problema

El informe complementa los datos con relatos recogidos en 27 países de la OCDE a través de la encuesta Risks that Matter.
Entre los testimonios figuran mujeres mayores discriminadas por edad y género, personas migrantes LGTBI que denuncian acoso en espacios públicos o personas con discapacidad que se enfrentan a sistemas administrativos excluyentes.

Estos relatos reflejan cómo los factores de riesgo —sexo, edad, orientación sexual, religión, discapacidad o nacionalidad— se combinan y multiplican los efectos de la discriminación, afectando la salud mental, la estabilidad económica y la participación social.

Falta de datos y necesidad de mejorar la medición

La OCDE advierte de las lagunas en los datos internacionales sobre grupos vulnerables, especialmente en cuestiones de orientación sexual, etnia o religión.

La organización respalda el trabajo del Grupo Praia de Naciones Unidas sobre Estadísticas de Gobernanza, que prepara una guía metodológica para mejorar la recopilación y comparabilidad de datos sobre discriminación a nivel mundial, prevista para 2026.

Hacia políticas públicas más inclusivas

El estudio concluye que, para diseñar políticas eficaces contra la discriminación, los países deben mejorar la calidad y el alcance de sus estadísticas, fortalecer los mecanismos de denuncia y promover leyes más inclusivas que protejan a las personas de todos los grupos en riesgo.

“Las desigualdades sociales, culturales y económicas crean las condiciones para la discriminación —advierte la OCDE—. Reducirlas es esencial para construir sociedades más justas y cohesionadas”.

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